Era
duro como las piedras y “canchalero” de pura cepa. Fue un genial
tamborilero. También fue pastor y, en el año 2000, se nos fue a
pastorear el rebaño de estrellas de otras galaxias. Tío
José García Domínguez nació y murió en Aceituna, su
pueblo. En cierta ocasión, nos vino a pasacallear, contratado por
una peña de festejos de la que este escribidor era secretario.
Anochecía y, al pasar junto a una vivienda del lugar, me dijo:
“-Aquí ehtaba “El Ehcapi”, qu,era una taberna que tenía Tío
Zacaríah “Chapaprieta”. En Aceituna, como en tantos
sitios, dicen “Tío” y no “Ti”. Me chocó el nombre del bar
y el mote del dueño. Tío José me explicó que lo de “El Escape”
venía porque, cuando sus paisanos regresaban del mercado dominical
de Ahigal, los hombres tomaban la espuela en esa tasca mientras las
mujeres, ataviadas con sus sombreros de bálago, de anchas alas, que
ellas mismas se fabricaban, esperaban pacientemente a la puerta,
cuidando de las caballerías. Luego, al terminar la última ronda,
salían al escape camino de Aceituna. Y “Chapaprieta”
llamaban a Ti
Zacarías Dosado Gutiérrez porque, siendo mozo, se presentó
en las fiestas de San Sebastián, en Aceituna, con un espeso bigote.
Al preguntarle por el mostacho, Ti
Zacarías les dijo: -“M,he dejau un bigoti cumu Joaquín
Chapaprieta, qu,ési eh de loh míuh”. Ti
Zacarías se refería, claro está, al político republicano
que llegó, en 1935, a Presidente del Consejo de Ministros.
Los “canchaleros” de Aceituna salían mal que bien por sus pies,
con su carga de vino a cuestas, del bar “El Escape”. Trasponían
la puerta honradamente. Pero no pueden decir lo mismo toda esa panda
de impresentables que, beodos por la corrupción que no por el vino,
no atinan con la salida y van cayendo amontonados, unos encima de
otros. Ahora se ha sumado a la tropa la infanta doña Cristina
Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y
Grecia. ¡Qué ínfulas de megalómanas grandezas con nombre
tan kilométrico! El juez
José Castro Aragón, hombre de nombre normal y de recios
apellidos, ha imputado a la hija del Rey, el cual, como la teutona y
calvinista Angela
Merkel, anda ahora pisando huevos con cuatro pies. Rafael
Spottorno, aquel que formó parte de la avarienta decena de
ejecutivos de Caja Madrid que se repartieron 25 millones de euros de
sobresueldo el año en que dicha entidad fue rescatada con 4.465
kilos, es el Jefe de la Casa Real. Hace pocos días, hablaba del
“martirio” que estaba sufriendo esa palaciega Casa. Pero para
martirio el que sufren miles de españoles a causa de los que les
están robando impunemente a manos llenas.
Se angustia la Casa Real, cuya máxima cabeza no permitió que se
tensionaran por la ansiedad su amada hija Cristina
y el Iñaki,
su presunto golfante yerno, ansiosos por comprar el palacio de
Pedralbes, por lo que les hizo lo que muchos califican de un oscuro
préstamo de 1,2 millones de euros. Un españolito de a pie, a razón
de sus ingresos anuales, tardaría 92 años en ganar tan astronómica
cantidad. Las sospechas quedan cercenadas ante la inimputabilidad
del Rey. Sabido es que el monarca español es tan inimputable ante
la Ley como los individuos que acreditan un trastorno mental
eximente. ¡Inaudito! No obstante, la imputación a la Infanta
constituye de alguna manera un jaque al rey, o sea, a la
antidemocrática, disfuncional y obsoleta monarquía. Ya lo decía
Joaquín Sabina:
“La monarquía es un déficit democrático que sufrimos por
herencia”. Y el insigne escritor francés Víctor
Hugo remataba la faena advirtiendo que “los reyes son para aquellas
naciones que están en pañales”.
Difícil va a ser librarse del jaque, pues los atacantes son muchos y
escurridizos y, además, van sobre las grupas de los caballos de las
encuestas y, para más inri, extienden sus amenazas al resto de las
casillas. No están, tampoco, en pañales los atacantes y tienen a
su favor que las huestes enemigas están noqueadas y no encuentran la
puerta de salida (¡ay de los Vellido Dolfos que a traición se las
abran!), al contrario que los arriscados “canchaleros” de
Aceituna, los que llamaban
“Chapaprieta” a Ti
Zacarías Dosado.
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