martes, 27 de octubre de 2015

La Pingolla, DIOS LOS CRÍA - Félix Barroso Gutiérrez, Lunes, 26 octubre 2015 (Digital Extremadura)

Jamás se podría imaginar Juan Jiménez Galiano que acabaría dando con sus huesos en un camposanto de un perdido lugar, a caballo entre la sierra y la penillanura, de los septentriones cacereños.  Salió un día sin rumbo fijo de Hortizuela, un diminuto caserío (hoy devenido en despoblado) de la provincia de Cuenca y se alistó como infante en el Ejército Real de la Derecha, mandado por el general carlista don Miguel Gómez Damas.  Ciento setenta y nueve años se cumplen el próximo 31 del presente mes de octubre de la entrada de tan carcunda general en la villa de Cáceres.  Cuando sintieron que los cristinos seguían tras sus huellas, pusieron pies en polvorosa, pero el conquense y otros cuantos, hartos de tantas caminatas, desertaron y se desperdigaron por la provincia cacereña.
    
Por avatares del destino, Juan Jiménez conoció a Juana García Hernández, con la que se casó y a la que dieron en llamar, en el pueblo, Ti Juana “La Galeana”.  Uno de sus hijos, José Jiménez García, matrimonió con su paisana Demetria Cáceres Sánchez y vino al mundo Hipólito Jiménez Cáceres, que hasta su muerte sería conocido como Ti Pólitu “Galeanu”.  Nació el mismo día (20 de diciembre de 1891) que María Skobtsova, mujer de la nobleza rusa, poetisa, revolucionaria y destacada figura de la resistencia contra los nazis.  Pero, paradójicamente, la rusa acabaría convirtiéndose en monja, pasando a la historia como “Madre María” y siendo canonizada por la Iglesia Ortodoxa Oriental.
    
Por lo que cuentan, Ti Pólitu se crecía como un pavo contando las hazañas de su abuelo Juan: “El mi agüelu s,alihtó con el general Gomi polque le soltaba la guita.  Me dicía que a loh de enfrenti, loh que defendían a la reina Isabel Segunda, loh llamaban `pesetéruh” polque leh daban de propina una peseta y un chúhcu de pan, peru él y loh súyuh, a loh que leh dicían `requetéh” y “carcúndiah”, s,habían alihtau pol séih reálih y pol apañal tó lo que podían cuandu entraban en loh puébluh que tomaban”.  Tenía muy claro Ti Pólitu “Galeanu” que su abuelo era al modo de un mercenario, que no se casaba con ninguno de los dos bandos.  Le traían al pairo el pleito dinástico entre el pretendiente Don Carlos (carlistas), que buscaban implantar el absolutismo monárquico, y los partidarios de la reina Isabel II, inclinados hacia el liberalismo constitucional.  “El mi agüelu Juan dicía que lo mehmu daba que daba lo mehmu, que Dióh loh criaba y élluh solu s,ajuntaban; a únuh loh apoyaban únuh cuántuh de paísih y a loh ótruh, ótruh cuántuh, y ési era el cantal:  loh d,arriba encendían la mecha, lo mehmu únuh que ótruh, y quien pagaba siempre lah maésah era el pueblu, cumu ha pasau en tóah lah guérrah”.
   
 Lolo Jiménez Pérez, hijo de Ti Pólitu y casado en el pueblo de Aceituna, me narró muchas andanzas y desandanzas de su padre un día de Santa Marina, fiesta principal de tal localidad y en la que nos pateamos por dos veces al menos todas las tascas con las que contaba la población.  Con frecuencia, al hablar de tirios y troyanos, de rojos y de azules, Lolo parecía remedar a su padre: “Dióh loh cría y élluh sóluh se ajuntan pa dalsi caraba únuh a loh ótruh”.  ¡Cuánta razón tenían padre e hijo!  He ahí, recientemente, a todos esos líderes de la derecha europea arropando a Mariano Rajoy en el congreso del PPE celebrado en Madrid.  ¡Ni escogidos!  Allí andaba José Manuel Durao Barroso, el que pasó de ser un aventajado discípulo de la Federación de Estudiantes Marxistas-Leninistas (sección del movimiento maoísta Reorganización del Partido del Proletariado, MRPP) a la derecha más neoliberal, llegando a presidir la Comisión Europea.  Él fue el que tuvo el deshonor de ser el anfitrión del “Trío de las Azores”, que encendió la mecha en Irak, y de aquellos sanguinolentos polvos vienen los trágicamente pegajosos lodos que anegan el Cercano Oriente.
    
No podía faltar el expresidente francés Nicolás Sarkozy, imputado el pasado año por corrupción activa, malversación de fondos públicos, tráfico de influencias y violación del secreto de instrucción.  A su vera, Jean Claude Juncker, que fuera primer ministro de Luxemburgo entre 1995 y 2013, cuando convirtió a este país en un paraíso fiscal, siendo acusado de escuchas ilegales y malversación de fondos.  Ello no ha impedido que hoy sea el presidente de la Comisión Europea.  Pero el Partido Popular Europeo no tiene vergüenza y como manifiesta el ingeniero de sistemas italo-francés Hervé Falciani, el que ha destapado la olla de las evasiones fiscales, “Juncker representa una ideología que no quiere que se controlen las finanzas opacas para asegurarse su supervivencia”. ¡¿Y cómo no?! También husmeaba por ese congreso el fantoche de Silvio Berlusconi, salpicado por docenas de escándalos, incluidos los de corrupción de menores.  El que fuera primer ministro de Italia es conocido por su defensa de la figura de Benito Mussolini, el fundador del Fascismo, y por largar por su deslenguada boca aquello de “un sondeo dice que el 33% de las jóvenes italianas sí se acostarían conmigo.  El resto de las chicas contesta: ¿Otra vez?”  Pululaba, igualmente, por aquellos hemiciclos Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, un xenófobo de tomo y lomo, partidario de la pena de muerte y con un discurso propio de la extrema derecha.  Este sujeto no ha tenido empacho alguno en afirmar que los refugiados musulmanes ponen en peligro la cristiandad europea.  Más o menos, como lo eructado por el cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares.

     Bien lo decía el nieto materno de Ti Carlos Cáceres Fuentes, oriundo de Guijo de Granadilla, y de Ti Antona Sánchez Gutiérrez.  Toda la derecha, tan bien criada en lujosas cunas y bendecida por ese dios que se encarga de juntarlos y al que le ofrecen hipócritas golpes de pecho, dando alientos a Rajoy y a sus huestes del Partido Popular.  No es extraño que nuestro barbado gallego, después de tomarse de un trago la pócima ofrecida por sus conmilitones, haya tenido una temerosa subida de autoestima, rayana en la fatuidad, y haya prometido a los españoles la creación de dos millones de puestos de trabajo si le votan a él el próximo 20 de diciembre.  ¡Cuánta promesa de politicastros que mienten más que valen y se codean con ladrones de guante blanco!  Los nuevos carcundas, que tanto aman a su patria, a su dios y a su rey, quieren seguir agarrando las riendas del poder, después de haber engordado a los suyos y dejarnos cuasi en piel y huesos al resto.  Pero que no canten victoria otros, que ya nos prometieron el oro y el moro, como ahora, y, cuando escalaron a lo alto de la pirámide, derechizaron el discurso, acataron sin rechistar el mandato de la Troika, las ínfulas imperialistas del Tío Sam y votaron a la par que el Partido Popular Europeo en el europarlamento.  Congeniaron tan bien como el PP y Ciudadanos en el Parlament de Catalunya.
   
 En vez de más democracia, más neoliberalismo.  Eso es lo que nos espera de votar a quienes nos recetaron, desde el espantajo de la Transición, medicinas caducadas.  Muchos somos los que queremos menos dioses, menos patrias y menos reyes y más libertad, más igualdad y más fraternidad.  Ya lo decía el inolvidable Nelson Mandela: “Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan parlamento”.  Ti Pólitu, el que heredó por mote el segundo apellido de su abuelo, se fue al “otru mundo”, que aún no sabemos dónde está, mismamente cuando también le doblaron las campanas al conocido actor y dramaturgo británico Miles Malleson.  Mediaba marzo de 1969.  Y se fue creyendo firmemente que, mientras no se “faratin” y se “farrunguin” esos arrejuntamientos de los poderosos, a los que su dios cría con especial esmero, los pobres del mundo no podrán respirar tranquilos.  En nuestras manos está el que se vuelvan las tornas.  Antes que en diciembre se congelen los menesterosos, que se arrizan de frío quienes les quitan las mantas.

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