miércoles, 14 de mayo de 2014

REGIONALISTAS

La Pingolla: REGIONALISTAS.

El 28 de diciembre de 1936 se levantó con una macabra y cadavérica inocentada:  En la batalla de Lopera (Jaén) caía fulminado por las balas fascistas el joven y prometedor poeta británico Rupert John Cornford, miembro de la XIV Brigada Internacional.  Y ese mismo día veía la luz Nemesio Montero Caletrío, hijo de Tomás Montero Barroso y de Pilar Caletrío Esteban.  Pertenecía, por la rama paterna, a la familia de “Los Obispos”, y por la materna, a la de “Los Grillos”.  Allá por los años 80 del pasado siglo, Nemesio salió elegido concejal en una lista regionalista, bajo el epígrafe de “Extremadura Unida”, que encabezaba Eloy Gutiérrez Montero, uno de los primeros alcaldes extremeños que se involucraron en los temas de la Memoria Histórica.  Ganó por mayoría absoluta con un programa que superaba por la izquierda al del PSOE, que fue derrotado, al igual que la lista de la derecha (AP), que no obtuvo concejal alguno.

     En aquellos años, Nemesio “El Grillo” (solo heredó el apodo materno) era un tiarrón de padre y muy señor mío, con unas manazas de hierro, braquicéfalo y con un pescuezo como un toro.  Solterón, honesto y cabal campesino.  Un día emparejé con él y le pregunté por su sentir regionalista.  Él, esbozando una sincera sonrisa, me respondió: “El mi agüelu Hilariu, que en pajesté, anduvu pa la guerra de Cuba, que loh suh pádrih no lo pudun libral, y pa,llí se echó una novia cubana, que pol pocu no se la trai pal pueblu”.  Y me seguía relatando que su abuelo era un rebelde, que, junto con otros soldados, preparó un motín por la mala comida y las penalidades que pasaban los hijos de los pobres, que venían a ser la carne de cañón, mientras que los hijos de los ricos se libraban del servicio militar.  Fue arrestado y tirado como un perro en unos calabozos donde nada más había que chinches y pulgas.  

     Nemesio, al que, con los años, dieron en bautizar como “Chiqui”, me refirió que su abuelo siempre se consideró un extremeño de arriba abajo. “Hay que dali pal pelu (le decía su abuelo) a tóh ésuh cacicórruh que na,máh andan con gánah de alampal lo que no eh suyu y que siempre anduvun caciqueandu con la compra de loh vótuh”.  Y Nemesio luchó y se portó honradamente en su puesto de concejal, siguiendo los consejos de su abuelo Hilario.
     
Pero aquella “Extremadura Unida” de en tiempos, la que aglutinó e ilusionó a mucha gente de izquierdas venida de otras formaciones y con amplio currículum de lucha contra la oprobiosa dictadura de Franco, después de ciertas batallas ganadas en las urnas, hizo agua por muchas partes.  Por narices, tenía que fracturarse, pues cada vez se hacían más patentes las abismales diferencias entre las formas de entender el regionalismo.  Pedro Cañada Castillo, que fue senador con la UCD de Adolfo Suárez y alma máter del partido, tenía muchas reminiscencias derechoides dentro de su caletre, imposibles de congeniar con la visión izquierdista de otro nutrido grupo de militantes.  Finalmente, Cañada y el sector de derechas se llevaron el nombre del partido a otros territorios, y los de izquierda fundaron el Partido Regionalista Extremeño (PREX), que, al coaligarse con Coalición Extremeña, pasó a denominarse PREX-CREX, nombre bastante cacofónico y que suena a desgarrador grito de ave antediluviana.

     Dos visiones de entender las filosofías regionalistas: la que mira por el ojo derecho y que encaja con la óptica del ensayista pacense José López Prudencio: Nostalgia extremeñista; regionalismo paternalista y conservador; exaltación burguesa de la identidad extremeña; tradicionalismo católico, en la línea de Menéndez Pelayo; visión de Extremadura como fiel hija de una España imperial y muchas impregnaciones del criticismo y del espíritu armónico, sin descartar su apego a las corrientes que tienen como noble aspiración alcanzar una síntesis suprema de los diverso con lo idéntico.  Nada es de extrañar, pues, que Cañada y su Extremadura Unida se pasaran, con todos sus pertrechos y casi como desguace, al Partido Popular, con el que andan cómodamente coaligados.  El Prex-Crex, con el hurdano Estanislao Martín Martín como presidente, tomaron partido por una pazguata y moderada socialdemocracia, lo que les llevó a aliarse con el PSOE.  Para ambos, EU y PREX-CREX, les era imprescindible el oxígeno de partidos mayoritarios para poder subsistir.

    No será mi humilde persona el que diga, como afirmaba José Ortega y Gasset, que “el regionalismo es un mal endémico”.  Tampoco que “el regionalismo tiene una significación que, solo la palabra, me subleva los sentimientos de español”, como exclamaba Práxedes Mateo Sagasta, presidente siete veces del Gobierno de la Nación, entre 1870 y 1902.  Pero sí diré que, dados los condicionantes socioeconómicos actuales de Extremadura y ese índice tan alto de identificación de los extremeños con su tierra (las últimas encuestas así lo cantan), un regionalismo de derechas no pinta nada en un ámbito territorial que sigue siendo sociológicamente de izquierdas, máxime cuando prácticamente está diluido en el PP, con toda la carga neoconservadora, neoliberal, monárquica y guillotinadora de las libertades y de las conquistas sociales que conllevan las prietas filas de los populares.

     Mayor juego podría dar un Partido Regionalista Extremeño, sin el chirriante sufijo detrás, que encumbrara la figura de Antonio Elviro Berdeguer, conocido en muchas partes como el Blas Infante extremeño.  Antonio Elviro fue un pedagogo social, un auténtico extremeñista que desgranó toda una avanzada doctrina regionalista en pro de las tierras extremeñas y de las clases medias y bajas, atacando furibundamente el caciquismo, la inoperancia y parasitismo de la burguesía y la oligarquía agraria y latifundista.  Este médico, publicista y virtuoso revolucionario de Salorino es todo un ejemplo a seguir. El PREX debería mirarse en su espejo y cada 7 de diciembre (fue fusilado por los franquistas en un día como ese de 1936) organizar todo un masivo acto de exaltación a su figura.  Ahora, cuando al Partido Regionalista Extremeño ya no le atan las trabas con el PSOE, va siendo como hora de que configure su estrategia y retoque los aspectos ideológicos, incluyendo, incluso, ciertas ideas nada despreciables de aquel Bloque Extremeñista Revolucionario que tuvo como máxima figura a Belarmino Martín Galindo, alcalde de Majadas de Tiétar.

     Nemesio “El Grillo”, al que dimos tierra un día de San Ponciano de 2010, volvería a esbozar una sincera y complaciente sonrisa si el PREX, que hoy tiene muy buena gente en su vanguardia, tomara nota y se arriesgara a conseguir nuevas metas más furibundamente sociales y extremeñistas.
     

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