martes, 17 de noviembre de 2015

TODO POR LA PATRIA - 11/11/2015

De los hijos de Ti Francisco Pérez Barros y de Ti Valeria Calvo Dosado solo quedó en el pueblo Brígida, que matrimonió con el lugareño Marcos Montero Barroso, de la familia de los “Fráilih”. El resto emprendió el camino de la que entonces era capital de la República.  A Bonifacio y Florentino la Guerra Civil les agarró en Madrid.  De Florentino no guardo memoria, pero Bonifacio venía con frecuencia al pueblo en los veranos y su imagen de hombre afable y dicharachero permanece en los clichés de mi cerebro.  Recuerdo que fumaba cigarrillos de unas cajetillas donde se leía: “Rocío.  Tabaco negro mentolado”.  Había nacido el 18 de mayo de 1913, el mismo día que el archifamoso compositor y cantante francés Louis Charles Auguste Claude Trénet.  Como hijo y nieto de canteros que se pasaron la vida martilleando los roquedos graníticos del lugar, tenía clara conciencia proletaria.  Por ello, cuando el pueblo de Madrid sintió el macabro y espeluznante resollar de los generales africanistas en julio de 1936, se echó a la calle y se enrolaría, como miliciano, en la columna del militar republicano Julio Mangada Rosenörn.

 “Moh echámus a defendel la patria, igual que pasó el doh de mayu de mil ochociéntuh ochu” -me relataba.  “Con el coronel Juliu Mangada al frenti leh parámuh los piéh a loh fahcíhtah en la batalla de Guadarrama.  Aquel coronel era mu echáu pa,lantri y moh quería muchu a loh meliciánuh”.  Ciertamente, Julio Mangada siempre fue un fervoroso defensor de la causa del pueblo.  Simpatizaba con Izquierda Republicana y colaboraba estrechamente con la Unión Militar Republicana Antifascista (UMRA).  Tuvo un destacado papel en aplastar los focos que se encendieron en algunos cuarteles madrileños a favor de los sublevados.  Recibió el sobrenombre de “El General del Pueblo” y fue paseado a hombros de los milicianos por la Puerta del Sol.  El alcalde de la capital, Pedro Rico, le concedió la Medalla de Oro de Madrid.  Muchos de sus compañeros de armas, monárquicos y derechistas, le tacharon de antipatriota, antiespañol y otras “lindezas” de más elevado tono.  Además, era esperantista, naturista y masón.


Bonifacio Pérez Calvo, al que de chico -según me contaban ciertos paisanos- le apodaban Boni “Carreti”, estaba convencido de que “si habiera habíu media ocena de generálih cumu don Julio Mangada en el nuéhtru bandu, antóncih loh republicánuh no perdémuh la guerra, pol muchu que a Francu la habieran ayuáu los názih de la Alemania de Jitli y aquélluh ótruh fahcíhtah de la Italia de Musulini, que don Juliu era un patriota de loh piéh a la cabeza”.


Y gran patriota nos parece a nosotros también el general José Julio Rodríguez Fernández, ex Jefe del Estado Mayor para la Defensa (JEMAD), quien, una vez colgadas las estrellas en el perchero, se ha decidido a ir de número dos en la candidatura que Podemos presentará por Zaragoza de cara a las próximas elecciones generales del 20 de diciembre.  A nadie puede extrañar que haya dado este paso una persona que preside el “Foro Milicia y Democracia”, heredero de la Unión Militar Democrática (UMD), donde se integran los militares que fueron expulsados del Ejército durante la Transición.  Este foro firmó el pasado año un manifiesto a favor de unas “Cortes Constituyentes” y “una nueva Constitución”.  Sus miembros abogan por la III República, aseverando que “no es una quimera ni una utopía; es una urgente necesidad de regeneración democrática”.  ¿Por qué, entonces, tanto escandalizarse y rasgarse las vestiduras?   Anda mucho hipócrita suelto.  Guatimañas mentirosos que medran dentro de sus nidos de víboras y sus sepulcros blanqueados.  He ahí al ministro de Defensa, Pedro de Morenés y Álvarez de Eulate, descendiente del IV vizconde de Alesón, del III marqués de Grigny, del VII conde del Asalto grande de España, del II conde de la Peña del Moro y del V barón de las Cuatro Torres.  Este individuo de la altisonante aristocracia vasca, al que el teniente del Ejército español, Luis Gonzalo Segura, ha denunciado por ser “comerciante de armas”, se ha puesto de los nervios cuando se ha enterado de la noticia y ha apelado a los valores patrios que deben nimbar a todo militar nacido en esta piel de toro.  Los mismos denuestos e improperios que recibió, en aquellos trágicos años, Julio Mangada.  ¿Acaso es un delito que un exmilitar vaya en las listas de Podemos?  ¿Esa es la vara de medir que tienen los demócratas de pacotilla?


La mayor parte de los medios de comunicación, esos que se crecen y engordan con titulares que hablan del “hundimiento”, “desplome” o “caída libre” de Podemos, azuzados por las mafias oligárquicas que dominan la prensa y los medios audiovisuales (auténtico vía crucis de los periodistas honestos), no dan abasto con tanta carta que les llega de esos militares franquistas, claramente posicionados en la extrema derecha, atacando al general Rodríguez Fernández.  Si los oídos de Bonifacio Pérez, el que fuera nieto paterno de Ti Pedro Pérez Gutiérrez y de Ti Sebastiana Barroso Martín,  aún tuvieran la capacidad de oír, seguro que pegaría un puñetazo en la mesa y exclamaría: “!Loh méhmuh pérruh que loh de la véh de antañu, anque con dihtíntah caénah; ésuh son loh que hablan de `Todu pol la Patria`, cuandu tenían que dicil ´Todu pol la Paga`”.  Cuán cierto es que toda esa casta que defiende con uña y dientes la caduca, neoliberal y sectaria partitocracia, hija de la democracia liberal y burguesa, tiene el canguelo en el cuerpo y tiembla con solo pensar que sus privilegios de siglos corren enorme peligro y que pueden pasar a ser mortales corrientes y molientes.

La ortodoxia de los partidos políticos de siempre, envejecidos y enrocados en sus poltronas, tienen auténtico pavor a que haya militares que pongan en entredicho la monarquía y que hablen de un ejército que respete el principio de no beligerancia.  Entendemos que esos militares creen en unas fuerzas armadas que han de defender la soberanía nacional, no solo en lo tocante a sus fronteras, sino también en lo referente a las agresiones económicas y sociales que vayan en dirección contraria a los intereses y la independencia nacional, como pueden ser el colonialismo financiero internacional o las insidias urdidas por las empresas transnacionales.  Unas fuerzas armadas que rechacen y denuncien a una OTAN que solo responde a los intereses de los EEUU de Norteamérica, que no tiene grandes miramientos con el respeto a los derechos humanos y a la que solo le interesa mantener el orden mundial capitalista, endiosando al Estado como factor todopoderoso, autoritario y represor.  Un ejército del pueblo y para el pueblo, dispuesto a batirse el cobre no por la paz de los cementerios, sino por la paz que precisan los desheredados del mundo para vivir en paz con sus estómagos y su justa aspiración a ser personas dignas y respetables.  Mejor un ejército que grite aquella consigna revolucionaria de “Patria o Muerte”, que no el bastardeado y manido lema de “Todo por la Patria”.  Un ejército que, como decía el escritor, filósofo y revolucionario Thomas Paine, sea una organización “de principios, que solo así podrá penetrar donde un ejército de soldados no puede hacerlo”.


Bienvenidos sean este tipo de militares, vilipendiados por todos aquellos que no quieren desprenderse de sus viejas y emputecidas cáscaras, que tantos dividendos les rentan.  Bonifacio Pérez Calvo, allá donde quiera que esté (perdimos su rastro hace ya muchos cuartos menguantes), seguro que se alegrará de ello, como todos aquellos milicianos de la columna del “General del Pueblo” y los otros cientos de miles que empuñaron el fusil y, mal afeitados, con los uniformes desarreglados, las botas llenas de barro pero con auténtica fiebre en sus límpidas miradas, dieron lo mejor de sí para defender  a la auténtica Patria frente a la hidra del “Todo por la Patria”.  El nieto materno de Ti Manuel Calvo Floriano y de Ti Isabel Dosado Jiménez, al que le llamaban de mozuelillo “Carreti”, seguro que hoy se enrolaría en la columna del general José Julio Rodríguez Fernández.  Más que seguro.

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