martes, 17 de noviembre de 2015

OTROS REGIONALISMOS - 15/11/2015

Violentos vientos procedentes de París nos siguen sumiendo en sanguinaria resaca.  Nuestra repulsa y condena, sin paliativos, pero no olvidemos que de los polvos de las Azores vienen estos horrorosos lodos.  George Bush, Tony Blair y José María Aznar, además del anfitrión, Durao Barroso, como aventajados alumnos del neoliberalismo, decidieron invadir Irak, y saltó la chispa en todo el Cercano Oriente.  Ahora, no solo deben identificar a los culpables de tan terrible atentado, sino conocer los pelos y señales de las armas utilizadas, por saber de su procedencia.  Las mafiosas oscuridades geoestratégicas deben dejar paso a la luz y a los taquígrafos.

Mientras digerimos como podemos la tremebunda resaca, la vida continúa por estas penillanuras y serrejones, donde el otoño se ha vuelto primavera y libres estamos de contaminaciones atmosféricas.  A la memoria nos viene la figura flaquiseca de Cándida Floriano Cabezalí, a la que nombraban en el pueblo como Ti Cándida “La Patina”.  Padecía de Temblor Esencial en una de sus manos y nosotros, crueles mozarangüelos, le cantábamos: “A la agüela Cándida/con el zarandeu,/a la agüela Cándida con el rejileu…”  Había nacido el primer sábado de junio de 1895, cuando también lo hacía el famoso compositor y escritor Peter Dale Wimbrow.  Era hija de Ti Francisco Floriano Caletrío y de Ti Josefa Cabezalí Fuentes.  Siempre la conocimos descalza, tanto en invierno como en verano, moviendo descontroladamente una de sus manos y yendo a comprar vino a la tasca de Miliana, la tabernera que, al decir de los paisanos, tocaba con buen arte el acordeón en el salón de baile de su padre, Ti Ulpiano Jiménez.

Refieren que, en cierta ocasión, con motivo de haber venido ciertos jerifaltes del franquismo a inaugurar el nuevo cementerio del lugar, entraron en la mentada taberna, adonde había acudido Ti Cándida a que le rellenaran la botella de vino.  Uno de aquellos señoritingos fachas, muy encorbatado, ensombrerado y trajeado, al ver la pinta de la lugareña, exclamó por la bajini: “saya raída y descalza de pie y pierna, la estampa de una extremeña”.  Pero Ti Cándida escuchó la mala baba vertida por el señoritingo y le espetó: “-¡Ehtremeña será uhté y la puta que le parió, que yo soy del mi padri y de la mi madri, nacía y criá en ehti pueblu y no de nengún otru lugal y tengu máh educación que tóh vusótruh, vengáih d,andi vengáih, de Ehtremaúra o de Cahtilla, que lo mehmu me da, y yo vihtu cumu me salga de la fandanga, que vusótruh no séih quiénih pa venil sacandu fáltah a la genti honrá!”  Y cogiendo la botella, se largó con viento fresco, habiéndose despachado a gusto.

La nieta paterna de Ti Pedro Floriano Martín y de Ti Petra Caletrío Hernández tenía su genio y no se callaba aunque le pusiesen una mordaza en la boca.  Para ella lo mismo le daba Castilla que Extremadura.  Su patria era su pueblo, y no había más que hablar.  Aquella respuesta tan airosa nos trae el recuerdo de una frase que oímos muchas veces por los pueblos de Las Hurdes, sobre todo a la gente mayor: “Ni ehtreméñuh ni cahtellánuh; sémuh jurdánuh”.  Pero nuestro grande y buen amigo Estanislao Martín Martín, Secretario General del Partido Regionalista Extremeño (PREX), hoy dentro de la coalición “Extremeños”, ha saltado por encima de la citada frase, pese a ser un jurdano de arriba abajo, nacido en Casares de Las Hurdes, localidad a la que algunos denominan el balcón de territorio tan legendario.  Él sueña con una Extremadura para los extremeños y para que esas ensoñaciones se puedan hacer realidad no ha tenido empacho en marchar coaligado con el partido Extremadura Unida, que dirige el que fuera senador de la UCD Pedro Cañada Castillo, el cual cumplirá 80 años para el próximo febrero, y que, desde el año 2006, marcha al mismo paso marcial que el Partido Popular de Extremadura, en estrecho y conservador abrazo.

Cuando Extremadura Unida vino al mundo, allá por 1980, muchos jóvenes de izquierda, atraídos por un extremeñismo que parecía vertebrarse con mimbres socialmente avanzados, se afiliaron a este partido.  Pero, en realidad, aquello era un cajón de sastre y, no tardando, se le vio la patita enharinada a Pedro Cañada y a otros dirigentes, que solo aspiraban a un reformismo semejante al preconizado por José López Prudencio, el pacense nacido en 1870.  O sea, un regionalismo paternalista y conservador, cimentado en la exaltación burguesa de la identidad extremeña, en el tradicionalismo católico y en una visión de Extremadura como fiel hija de una España imperial. Y se produjo la escisión por la izquierda, en 1990, creándose el PREX.  Si EU tuvo que coaligarse con el PP para subsistir, el PREX lo hizo con el PSOE.  Pero ni uno ni otro han conseguido comerse muchas roscas.  Ahora, vuelven a ir unidos, pero son dos visiones completamente distintas del regionalismo: la de José López Prudencio y la de Antonio Elviro Berdeguer, el llamado “Blas Infante” extremeño, médico y publicista del pueblo cacereño de Salorino, azote de la oligarquía agraria y latifundista y desgraciadamente fusilado por los franquistas el 7 de diciembre de 1936.

Nosotros, que pensamos en clave internacionalista y pretendemos superar las parcelaciones patrioteras (no patrióticas), étnicas o identitarias al objeto de que los pueblos se fundan en un abrazo de libertad, justicia y cultura y vertebrar así un engranaje confederativo, solo podríamos entender la honesta lucha por las patrias chicas desde una separación del binomio pueblo y nación.  Al igual que el gran pensador Rudolf Rocker, creemos que la conciencia nacional o nacionalista, lo mismo que la religiosa, no es innata en el ser humano, sino algo impuesto por el ambiente o la educación, lo que limita enormemente la definitiva emancipación universal.  Ti Cándida “La Patina”, miembro de un clan que subsistía a base de recoger y vender lo que la naturaleza le ofrecía libremente (espárragos, criadillas de tierra, cardillos, lagartos, ranas, peces, conejos…), no había sido adoctrinada nada más que por su “tribu”.  Por ello, su referencia universal era su pueblo y los términos municipales de otras villas y lugares del mismo marco territorial.  En su subconsciente deberían albergarse vínculos solidarios con los de abajo, con el resto de desheredados del mundo, y no con los caciques y terratenientes, por muy extremeñistas que fuesen.

Si el regionalismo, dentro del artesonado confederal, implicara un frente abierto contra la falsa modernidad, el insustancioso progresismo liberal y el estatismo del ordeno y mando, otro gallo habría de cantar.  Pero la pregunta queda en el aire: ¿hay regionalistas dispuestos a un regreso a las raíces, que traigan de la mano una ruptura con el folklorismo, que no con el folklore; con el rancio y conservador tradicionalismo, que no con la tradición; con la oligarquía, los terratenientes y sus títulos de propiedad, que no con los jornaleros, los pequeños y medianos campesinos, o con las viejas corrientes políticas que dan vida a la democracia liberal y burguesa, que no con nuevas formaciones emergentes que pretenden construir un mundo tricolor más libre, más igualitario y más fraterno…?   Y si los hay, no los vemos en esa coalición EU-EXTREMEÑOS, ya que no se han sometido a toda una catarsis regionalista.

Siendo la festividad de San Popón y San Bretanión, bajo las heladas invernales, el agotamiento general y la anorexia se llevaron a la nieta materna de Ti Bernabé Cabezalí Esteban y de Ti Isabel Fuentes García.  Ya tenía muchas arrugas y su mano no había dejado de bailar.  Jamás escuchó la palabra regionalismo, pero a buen seguro que no le habría desagradado que alguien hubiera redimido a los de su clase, a los de abajo, aunque debiera asumir la titularidad de extremeña, tras el correspondiente razonamiento crítico.  Puede que otros regionalismos sean posibles, pero jamás desgajados de un engranaje confederal ni de las justas aspiraciones a la emancipación universal de los desheredados de este chato planeta.

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