El 29 de febrero de 1936
toma posesión en el pueblo la nueva corporación municipal del
Frente Popular. Es año bisiesto y nunca tales años, al decir del
saber popular, trajeron cosa buena. Daniela
Martín Paniagua, cuyos ojos vieron la luz el mismo día que
un terremoto cegaba los de cientos de habitantes de la región rusa
de Georgia, hija de José
Martín Montero y de Damiana
Paniagua Rodríguez, era conocida por estas tierras de pie de
monte como Ti Daniela “La
Roja”. Roja porque era rubia y colorada, pero es que,
además, era roja por ser de izquierdas y una auténtica animadora de
los mítines y otros actos que organizaban el PSOE y la Federación
de Trabajadores de la Tierra. Año bisiesto, en que los socialistas
no eran monárquicos pero sí auténticos marxistas. Ti Daniela
coincidió, a los escasos días de haber entrado en el Ayuntamiento
los izquierdistas, con Marciana
Barroso Jiménez, que había heredado el mote de “La
Cantaora” por parte de su padre, Ti
Antonio “El Cantaol” (Antonio
Barroso Cordero), casado con Ti
Juana Jiménez Jiménez. Ti Daniela, después de felicitar a
Ti Marciana porque el marido de ésta había entrado de concejal en
el Consistorio, añadió: “-Pol fin, hémuh subíu loh nuéhtruh al
ayuntamiento. ¡Ya era hora, que siempre han ehtáu arriba loh cuatru
riquínuh, loh que no comin pol no cagal! ¿Y sábih que te digu,
Marciana? Poh que ahora loh nuéhtruh ehtarán ahí metíuh méntrih
San Juan no abaji el deu”.
Ni cinco meses
pasaron y fueron desalojados del Ayuntamiento. Generales fascistas
se alzaron contra la II República y sembraron el terror por todas
partes. Volvieron a encontrarse Ti Daniela “La Roja”, nieta
paterna de Ti Luis Martín
y de Ti Vicente Montero (y
materna de Ti Simón
Paniagua y de Ti
Joaquina Rodríguez), y Ti Marciana “La Cantaora”, que por
su parte era nieta paterna de Ti
Manuel Barroso Cáceres y de Ti
Francisca Cordero, y por la materna de Ti
Rafael Jiménez Sánchez y de Ti
Francisca Jiménez. Se lamentaba Ti Daniela y se hacía
cruces viendo venir las tijeras y el aceite de ricino. Y Ti
Marciana, dirigiéndose a ella, le espetaba: “¡Pero coñu recoñu,
qué pronto abajáu San Juan el deu, y esu que lo tenía bien tiesu y
requitiesu, siempre apuntando pa,rriba!
Cuán cierto es que
dura muy poco la alegría en casa de los pobres. San Juan bajó el
dedo antes de tiempo y llegó el Apocalipsis. No le dio tiempo a
cuajar al Frente Popular, que los cuatro jinetes asesinos se le
echaron encima y abortaron una República que intentaba hacer
justicia con los pobres. Verdad es, también, que segundas partes
nunca fueron buenas. Eso es lo que dicen. Pero aquel Frente Popular
no consumó su primera parte. La estrangularon sin haber cumplido el
objetivo. Ahora, cuando suenan, otra vez, los tambores que convocan
a los desheredados de la España que con su pluma defendió Machado
(don Antonio) y que quieren calentar, y no helar, los miembros
de los españolitos de a pie, ya se ha puesto a afilar sus políticos
pertrechos la derecha de toda la vida. Se reúnen en Toledo o en
otras ciudades imperiales y deciden meter las tijeras en las campañas
comiciales, que gobierne la lista más votada, que se reforme la ley
electoral para impedir el acceso de grupos que pueden indigestar sus
amueblados estómagos y otras medidas que zancadilleen la
autenticidad de la democracia. ¿Le acompañarán en tal viaje y en
tal juego los derechizados socialistas de la cúspide de la
pirámide, vendidos al “borbonismo” por un plato aderezado por la
beautiful people,
por el establishment o
por la casposa casta con la que tanto han contemporizado?
Por más que nos
empeñemos y nos vendan aquella Transacción (digo, Transición), que
no fue sino una bajada de calzones de la izquierda ante el bloque
conservador y franquista que encabezaba el que ha dejado de ser rey
(¿o todavía lo es?), las dos Españas están ahí. Machado sigue
muy vivo. El choque de trenes es inevitable. Pero en pleno siglo
XXI se habrá de entender que será civilizado. La izquierda de
verdad, donde están todos esos movimientos ciudadanos que claman
hasta desgañitarse aquello de “La llaman Democracia y no lo es”
tiene todo el derecho del mundo a formar un gobierno que luche contra
la pobreza y no contra los pobres. A construir una sociedad donde
todo el mundo asuma que “Dimitir” no es un nombre ruso, ni
“Cesar” es un emperador romano, y a repartir cultura racional y
crítica entre los ciudadanos, que siempre es la mejor arma contra
los gobiernos corruptos.
Ti Daniela “La
Roja”, que cerró los ojos para siempre en el pueblo de Aldehuela
de Jerte el día de la Cruz del Casar de 1978, y Ti Marciana “La
Cantaora”, que le cupo tan triste suerte en la efemérides de San
Malaquías de 1991, soñaron con un mundo mejor para aquel
campesinado de los años republicanos. Pero les cortaron el sueño y
no fructificó el primer intento. De justicia es que el pueblo
vuelva a intentarlo. Nadie puede impedirle un segundo intento, que
no es una segunda parte. Nadie espera, por más que algunos lo
desearían, sangre derramada de algún protomártir sobre lo que la
derecha siempre llamó el “solar patrio”, del que se apropió
para acorazar monarquías inviolables, iglesias infalibles y
gobiernos incalificables. Ni es de esperar tampoco un caudillo
salvapatrias con güevos fascistoides pero más chicos que los del
caballo de Espartero.
Tal vez, en esta
ocasión tan esperada, San Juan no baje el dedo. Y que espere
nuestro Monago,
condotiero de estos terruños penillanos, a llenar mil Puertas del
Sol con los simpatizantes del viejo rey y el nuevo Felipe
VI, que el pasado jueves no llegaron ni a 10.000 en la plaza
de Oriente, contando con los que tienen como libro de cabecera el
diario La Razón o las revistas ¡Hola! y Pronto. No oye ni ve el
presidente bellotero el multitudinario clamor de la calle. Debería
acudir al otorrino. A la zaga y a la espera quede, igualmente,
nuestro oráculo en Madrid, vicesecretario de organización del PP,
don Carlos Floriano
Corrales, tenido por el bufón
de la Corte y que, en el cénit de la crisis, soltó aquello de “no
estamos al borde del precipicio, estamos agarrados a una cornisa”.
Su última perla, atufado porque los desconocidos de “Podemos”
han llegado cantando la caña a los que tienen más concha que un
galápago, ha sido la de roznar a destiempo: “(Podemos) es un
partido nuevo con ideas muy antiguas, que ha intentado utilizar el
sufrimiento de la gente para conseguir un puñado de votos”. Más
valía que él y su partido (envejecido y sin solera) se miraran al
espejo.
Intuimos
que esta vez, aunque nos bombardeen con una “monarquía renovada
para un tiempo nuevo”, San Juan no bajará el dedo ni dejará que
sirvan su cabeza en bandeja de plata a los Herodes de turno. El
pueblo (para la derecha, la chusma y la plebe) está más que harto
(basta con salir a la calle) de que le den gato por liebre, de que
unos vivan a cuerpo de rey (nunca mejor dicho) y otros anden royendo
coscurros, de que le prostituyan sus votos con azuladas sangres y de
que siempre sea él al que le toque bailar con la más fea.
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